viernes, 27 de abril de 2012

menos quienes tienen el poder. La idea de que todo marcha sobre ruedas es una imagen reiterada. Una cifra de alto desempleo, de bajo crecimiento, de inflación elevada, o una combinación de estas, generan resquemores lógicos pues dejan abierto un flanco de debilidad de la acción gubernamental. En ese sentido, uno de los grandes avances es el desarrollo de una institucionalidad en la medición de los indicadores económicos de los países, sea a través de los Institutos de Estadística (inflación,desempleo) o los Bancos Centrales (PIB). En los últimos 30 años, América Latina ha estandarizado los métodos de medición. Varios países ajustaron sus indicadores con resultados diversos pero con la misma lógica

a las series les aplican métodos estadísticos para ajustarlas a las nuevas metodologías y cambios demográficos. ¿Qué pasa cuando se decide cambiar las cifras a dedo? Se pierde la credibilidad tanto en el dato como en la institución que lo calcula. Ello ocurrió en Argentina. Hace tres años, el Instituto de Estadísticas argentino, INDEC, recibió fuertes críticas de Néstor Kirchner porque los resultados mostraban una inflación al alza.Este "problema" duró hasta que se removió a la jefa del área de precios,lo que provocó una crisis pues varios técnicos renunciaron. Desde entonces, la inflación aparece controlada, pero los argentinos no lo creen. Ello ha afectado a otros indicadores (salarios, arriendos, costos) dejando una estela de incertidumbre pues no existe un punto de referencia creíble. El mayor daño es el institucional. El INDEC era ejemplo regional por la calidad del cálculo de la inflación. Incluso asesoró a otros países, pero tras la intervención cayó en desprestigio. Es curioso que el Gobierno ecuatoriano, sin mediar una razón metodológica estándar, quiera revisar las cifras del PIB con técnicos argentinos. El mensaje es claro y el riesgo, enorme. Hoy, 12 jun. 2008, p. A. 5

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