lunes, 11 de junio de 2012

DESPUÉS DEL CAPITALISMO / Velasco, Juan

Si algo se ha desatado con la crisis financiera internacional, más allá de la misma, ha sido una crisis de credibilidad y de creencias que, paradojalmente, proviene de un sistema de valores que nace del descreimiento en cualquier cosa que no funcionara bajo los cánones de la mano invisible del mercado. La crisis ha demostrado lo contrario: no hay una clara noción de cuánto y qué hacer para que el salvamento funcione; el sistema se llenó de un estigma de desconfianza que se alimentó con la aparición de complejos mecanismos de piramidación (Madoff, Allen) y se traduce en una escasez de crédito que no amainará en el corto plazo; el efecto expansivo del terremoto alcanza velocidades increíbles, con su efecto en la caída automática del crecimiento y el alza del desempleo en casi todo el planeta. Empero, las alternativas, sobre todo las más radicales, adolecen de los mismos problemas: ven al mundo en blanco y negro; quieren hacer tablarrasa del sistema pensando que matando al perro termina la rabia; creen que sin ellos no existe opción posible. En la práctica, es posible que la reacción conduzca a que los rescates de las economías de los países más afectados -sobre todo ciertos sectores en ellas- impliquen más proteccionismo y aislamiento. En el proceso de armar de un mundo poscapitalista, países como Ecuador solo pueden ver qué ocurre como testigos. Por más revoluciones que se armen, el resultado no dependerá de nuestros estruendos o discursos. Lo curioso es que el fin de la larga noche neoliberal comenzó no porque el Gobierno satanizó un sistema y consagró otro, sino porque el mundo probablemente gestará una alternativa a medio camino entre las dos opciones. Ojalá nos pongamos en sintonía pronto. Hoy, 5 mar. 2009, p. 5

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