PUNTO DE INFLEXIÓN / Samaniego, Pablo

El mes de agosto, que acaba de terminar, podría convertirse en un hito que marque un cambio en la coyuntura internacional que ha sido extremadamente favorable para el Ecuador. Este mes la economía mundial vivió dos hechos importantes y de gran impacto para la economía doméstica: un cambio en la tendencia creciente del precio del petróleo y la reversión del proceso de depreciación del dólar frente a otras monedas del mundo, en especial al euro. Al ser el dólar la moneda de circulación en el Ecuador, la depreciación del mismo abarata el precio de los productos fabricados domésticamente en el mercado internacional. Ello genera ganancias de competitividad en el corto plazo que incentivan el aumento de las exportaciones de bienes y servicios nacionales, al tiempo que desestimula la importación de productos provenientes de fuera del área de influencia del dólar. Y eso es lo que se ha vivido en los últimos años, un crecimiento sostenido de las exportaciones petroleras y no petroleras que ha generado saldos positivos muy importantes en la balanza comercial. Bajo el esquema de dolarización, el resultado externo influye directamente en el crecimiento de la cantidad de dinero en circulación en la economía, lo que alimenta el consumo interno y la inversión. Si a esto se agrega un tercer hecho revelado recientemente por el Banco Central, que es la reducción en el envío de remesas de los ecuatorianos que viven en el exterior, como efecto de la crisis que se vive en los Estados Unidos y Europa, el panorama se ensombrece. El entorno externo empieza a cambiar,pero este proceso no debería ser violento si no ocurren hechos extraordinarios. Muchos economistas creen que la corrección de la crisis financiera y económica mundial todavía podría demorar un año o algo más.Para el Ecuador esto va a significar un estrangulamiento externo de su economía que requiere de medidas preventivas para evitar crisis mayores en el futuro Hoy, 3 sep. 2008, p. A. 4